Aunque en algunas partes del estado se define así a las palabras obscenas, en nuestro dialecto además de señalar a la hortaliza, se transformó en una exclamación normalmente de sorpresa o incredulidad sin un significado tácito adquiriendo en ocasiones la figura de muletilla y aún puede escucharse como respuesta en alguna conversación. Es un apocope de carajo. "Se murió Roberto" "¡Ajo!
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