miércoles, 27 de noviembre de 2019

La bocona


Hay productos que se hacen populares y no terminan siendo metonímicos pero si se les endosa nombres o motes que los caracterizan, estos pasan a identificarlos a la hora del cliente pedirlos, es el caso de la bebida de naranja Green Spot, muy popular hace unas décadas en la ciudad a quienes bautizaron en nuestro dialecto la bocona, porque su botella tenía una forma diferente y el pico de la misma era mucho más ancho.  Esta era un refresco cuyo origen estaba en Valencia y no era considerada una bebida gaseosa ya que no poseía gas carbónico. Su creador fue don José Antonio Teppa, emigrante italiano quien fundó en 1949 la Embotelladora Venezuela, quien era la que producía esta bebida. Aunque ya no se comercializa en nuestro Estado, la empresa sigue funcionando en el Estado Carabobo. “Dame una bocona”

martes, 26 de noviembre de 2019

Relambío


Esta palabra es de vieja data y aun es usada en nuestro dialecto, nada tiene que ver con lamber y fue traída por los canarios a nuestro territorio pero como relamido, deformándose en el habla popular en América pero manteniendo el significado de ser aplicada a personas descaradas, que creen caerle bien a los demás. También se les endilga en nuestro lar a las personas que son frescas y confianzudas.  Igual significado tiene en Cuba, República Dominicana, Honduras, Guatemala, Nicaragua y Panamá, pero en Costa Rica se utiliza como sinónimo de remilgoso, o para señalar las personas que tienen poco apetito o son muy delicadas para comer.  “Decile al relambio de tu primo que no quiero que venga por aquí”


miércoles, 20 de noviembre de 2019

Ser un guevo pelao


Esta expresión es considerada malsonante u obscena por muchas personas, ya que la asocian a pene y no aceptan que no sea sobre este que se hable. Nuestro dialecto es rico en este tipo de expresiones de doble sentido que resaltan la picardía de los coterráneos, sin embargo esta, muy común, aunque de vieja data, es una afirmación en la cual se compara las características positivas de una persona con un huevo de gallina ya pelado o sea sin cascara. En el marasmo del tiempo y la satanización de muchas expresiones  se perdió la relación existente entre el gusto por las posturas de gallina, para ser tomados como expresiones y se sustituyó el elemento nombrado, por el miembro masculino. Hay que hacer notar que las expresiones donde nombran el huevo o guevo fueron traídas por los españoles, sin ser obscenas, ya que en el español antiguo “uebos” era sinónimo de necesidad. En resumen, en nuestro dialecto ser un guebo pelao es ser muy bueno en lo que se hace, en muchas ocasiones el mejor.  Se usa en genero neutro. “Esa prima tuya es un guevo pelao en matemáticas”

Diente flojo


Esta frase fue muy popular en nuestro dialecto entre las épocas de los 70 y 90 y forma parte de la jocoseria y creatividad local. La misma se le endilgaba a las personas que les gustaba mucho el baile y no faltaban a una fiesta o discoteca para hacer esto, sin descanso. La palabra es una analogía del hecho que cuando un diente de leche se afloja en la época de la muda de estos en la infancia, este no se desprende inmediatamente sino que se mueve o baila por algunos días en las encías. Aunque en ocasiones se haya tomado como apodo hacia alguna persona, el uso de la misma está circunscrito mayoritariamente a una característica que posee la persona, en esta caso bailar. Todavía se usa, aunque ya no tan comúnmente como en años anteriores. “Esa novia tuya es un diente flojo y no se cansa”


domingo, 10 de noviembre de 2019

Combatero (a)


Esta palabra ya casi no se escucha en nuestro dialecto,  es de mediana data y autóctona. Con ella se señala a las personas que son muy lidiosas o las que tienen un carácter díscolo, exigente o inconforme. Fue tomada de los inmigrantes de habla portuguesa que la usaban como sinónimo de pelea o lucha, por lo que se le endosó a esas personas cuya relación de empatía representa una puga constante donde se debe tener paciencia para manejarlas o mantener la amistad. No existe ninguna prerrogativa de edad para poseer esta característica ni está asociada a la chochera o comportamientos propios de los ancianos o los niños. “Ese hermano tuyo es muy combatero,  a veces me dan ganas de darle un trancazo”    

Fundanga


Esta palabra ya es raro escucharla en nuestro dialecto, aunque no es de tan vieja data y es autóctona. Con la misma se señala a los bolsillos que son muy grandes o poseen un tamaño superior al normal, por lo que además de ser un sinónimo de estos es un superlativo que algunos consideran peyorativo o negativo ya que el sufijo anga se usa en ese contexto. Sin embargo si bien es cierto que hay cierto grado de reproche en el mismo también lo es que es usado también de forma festiva o humorística. Cabe acotar que aunque el sinónimo de la palabra es masculino, no se usa este en esta. Según algunos estudiosos la influencia negra africana en todo el país es la que ha generado el uso de estos sufijos y nuestra región no escapa a esta realidad histórica. Igualmente se le decía en otras época sen neustro dialecto a los vestidos muy anchos. Deriva de funda por lo que antes de ser sinónimo de bolsillo fue superlativo de esta palabra traída por los españoles con la connotación de ser algo que sirve para envolver o cubrir algo para conservarlo y en el terreno militar lugar donde se guarda el arma. “Mi abuela me hacía unas batas con fundangas”

Rastrillo


Esta palabra señala a un popular instrumento agrícola y hortícola que sirve para recoger hojas entre otras cosas, mientras que también se usa en jardinería, los que son de hierro, para aflojar el suelo. Está compuesto de un mango y una barra dentada y es un invento de muy vieja data traída a América por los españoles, aunque se tiene certeza que herramientas similares ya existían en la época precolombina en nuestro continente, sin embargo esta palabra también se usó en nuestro dialecto en otra connotación autóctona que nada tiene que ver con agricultura ni jardinería. Se le llamaba de esta manera a la sección de la cárcel donde eran colocados los peores antisociales o reclusos, lo que se le da el termino policial de máxima seguridad. Fue una palabra, dada la época en que fue usada donde los gobiernos autoritarios eran comunes que alcanzó rasgos de popularidad entre la población general en ese momento. Ya es raro escucharlo y pocos lo recuerdan. En México y Colombia le dan este nombre a las máquinillas de afeitar “A mi papá como castigo por hablar mal de Gómez lo metieron en el rastrillo”


sábado, 9 de noviembre de 2019

Baldoquin


Esta palabra es de vieja data y es difícil escucharla actualmente en nuestro dialecto, pero era muy común en época en que la madera era un elemento de primer orden en las casas y los aserraderos y carpinterías eran muy populares. Se le llamó así a los cortineros de madera que eran usados generalizadamente en ese entonces, cuando aún los de metal no habían llegado.  Al parecer es una corrupción de la palabra Baldaquín que terminó siendo un neologismo ya que si bien es cierto que señalan elementos parecidos estos son desiguales en uso y fabricación y la española deriva del italiano Baldacchino nombre dado a una tela que provenía de Bagdad. En los países del cono sur de Suramérica se le da este nombre a los bloques, mientras que acá también se le señala a las baldosas con superficie rugosas, en este caso es una corrupción de adoquín. “Todos los baldoquines de la casa me los hizo el mocho Morillo” “Pusieron baldoquines en el centro”

Poporúo


Esta palabra tiene dos connotaciones autóctonas en nuestro dialecto, de las cuales la segunda ya es raro escucharla. Se les llama así a las personas que tienen alguna popora nombre que se le da localmente a cualquier joroba o prominencia en alguna parte del cuerpo, pero también se usó frecuentemente hace algunos años como sinónimo de abundancia, para indicar que alguien tenía mucho dinero o propiedades. Esto como metáfora del hecho que sobresale de lo normal, así como las protuberancias corporales.  “Emiro está poporúo porque le salió una hernia” “El tío de Magda es poporúo, tiene tres haciendas”

Estrebejo


Esta palabra es de vieja data en nuestro dialecto y ya es raro escucharla, se le considera una deformación coloquial de la palabra Trebejo, con que se señala los trastos y utensilios que se usan y también los juguetes. Fue traída, ya deformada,  por los castellanos a nuestro territorio y aunque comenzó usándose con el mismo significado terminó derivando para señalar los objetos viejos o deteriorados en general, un sinónimo de lo que luego se le dijo chereches. “Metí tus estrebejos en el cuarto de los checheres”


Callejonero


Esta palabra comienza  a usarse recurrentemente en nuestro dialecto años después de la demolición del Saladillo, cuando las otrora calles del sector y alrededores que no fueron destruidas se transformaron en vías que terminaron siendo cortadas por estructuras nuevas. Dado lo estrecho de ellas se les llamaba callejuelas pero por las nuevas condiciones se transformaron en callejones. El más famoso el que le pusieron popularmente de los pobres que está al final de la calle Comercio. A quienes hacen vida comercial, tanto formal, informal o esporádicamente en esos lugares que han sido acondicionados rudimentariamente para tal fin se les da el nombre arriba indicado, sin que este tenga algún sentido peyorativo, como algunos aseguran. El callejonero pasó a  formar parte importante de la economía de la ciudad e hizo de esos espacios abandonados un lugar útil para llevar por medio del trabajo el sustento a su hogar. En Perú se le endose este adjetivo a una persona escandalosa que tiene un vocabulario obsceno, mientras que en México se usa peyorativamente para señalar quienes dicen mentiras . “Ahora soy callejonera, puse mi mesa por los fondos de la iglesia San Felipe”


lunes, 4 de noviembre de 2019

El punto


Esta palabra en la connotación que se le ha dado actualmente en el año 2019 es de novísima data. Nada tiene que ver con el signo de puntuación ni con los modernos puntos de venta. Es una medida de capacidad que equivales a 20 litros de gasolina, la cual se almacena generalmente en pimpinas plásticas. Es una modalidad que emigró desde el vecino país, donde se practica desde hace muchos años con la gasolina venezolana, a nuestro Estado por ser limítrofe y al que se sumaron mafias locales, aprovechando la escasez del combustible. Es la nueva ocupación del bachaquero original que comenzó llevando el combustible para Colombia, solo que ahora se le sumó el mercado local y en el mismo actúan tantos empleados de estos facinerosos como personas ordinarias que buscan obtener una ganancia extra. El precio, tal como ha pasado con el dólar por mucho tiempo, lo colocan los jefes de este cartel y el mismo lo estipulan en moneda norteamericana. Al parecer el nombre es una forma de eufemismo para evadir las autoridades, aunque hay otros que aseguran que igualmente emigró del país vecino. “¿No sabéis a qué precio está el punto? Porque voy a vender 1.”   “Necesito 3 puntos de gasolina”