lunes, 27 de mayo de 2019

La línea


Esta palabra en el contexto que explicaré ya no se usa en nuestro dialecto y por razones de años son pocos los que la recuerdan. Cuando los tranvías eran el principal método de transporte de la ciudad existía uno que iba desde el centro hasta los Haticos, este fue bautizado por los habitantes del sector como “La línea” y cuando desapareció se siguió llamando a la carretera de Haticos por debajo por donde pasaba el mismo de la misma forma.  Esto lo corrobora en su libro “¡Hablemos maracucho, primo!, el Lcdo José T. Portillo, habitante del sector.


Borsalino


En la Maracaibo de antaño el sombrero era indumentaria obligatoria entre los caballeros y una de las marcas de mejor calidad eran los borsalinos, por lo que era uno de los preferidos, sin embargo su costo no estaba al alcance de todos, razón por la cual se hizo común que por razones de caché todos comenzarán a llamar a esta indumentaria con este nombre, de tal forma que se generalizó la marca como sinónimo de sombrero, pasando por metominía a identificarlo. Con el tiempo y los cambios de costumbres de vestir terminaron desapareciendo y también la palabra. “Mi abuelo usaba unos borsalinos que hacían en el centro”

Mabil


Esta palabra ya no se usa en nuestro dialecto, de hecho es asimilada y estuvo de moda tanto acá como en otras regiones a mediados de los años 50. Con la misma se señalaba a los burdeles o prostíbulos donde las mujeres además de prestar servicios sexuales, bailaban y se podía hacer esto último con ellas. Según algunos deriva del hecho que en ese entonces eran populares los que tenían chicas francesas y estas recibían a los clientes con la expresión ¡ma vida! Que en español significa mi vida y que por razones de homofonía pasó a transformarse en Mabil y de esta forma se generalizó para bautizar estos lugares. “En la vía a cabeza e toro había un mollejero de mabiles”


Lunanco


Esta palabra ya es raro escucharla en nuestro dialecto, emigró desde el terreno lúdico para ser usada ocasionalmente en el habla formal. Con la misma se señalaba a las petacas o volantines que eran hechos asimétricamente, o sea que sus lados no eran parejos y por lo tanto no eran buenos a la hora de ser echados al viento. En el área formal se le bautizaba así a alguna persona que tuviera alguna característica similar, como alguien cojo o con algún miembro desigual. El término emigró desde el terreno veterinario donde se le llama así al caballo o cuadrúpedo que tiene un anca más larga que otra. “Esa petaca que hiciste no vuela porque está lunanca” “Ismael quedó lunanco después del accidente”

sábado, 25 de mayo de 2019

Solo te faltan los algodones


Esta expresión ya es poco común en nuestro dialecto, pero fue popular hasta no hace mucho tiempo. Nada tiene que ver con la planta que nombra pero si con el apósito usado en medicina y otra áreas. Se usa la expresión en tercera o primera persona para señalar el hecho que una persona haya perdido muchos kilos, por diversas causas, o se encuentre demacrado o en estado desmejorado.  Viene la relación al hecho que a los cadáveres se les coloca algodón en las fosas nasales, y en otras épocas estos eran visibles para los que lo veían en el acto de velación, por lo que se resume en señalarle a la persona con esta expresión, que está casi muerto. “A Matías ya solo le faltan los algodones”