martes, 13 de julio de 2021

Puerto Arturo

Este es uno de tantos lugares que la destrucción de El Saladillo desapareció. Ubicado casi al frente de la Basilica, donde se encontraba una pequeña plazoleta triangular con astas de bandera dedicada a San Juan De Dios. Era lugar obligado para compartir no solo unas cervezas sino charlar sobre otros temas. Poco queda de su historia, Roberto Jiménez Maggiolo en su escrito “La destrucción del barrio más popular de Maracaibo, el Saladillo” nos lo describe de esta manera “. La edificación blanca de cinco puertas, donde había un centro comercial i de venta de licores, i en el segundo piso una terraza, con barandas i una construcción de doce pilares cerrados los vanos con romanillas…” Puerto Arturo era como todas las tiendas de su tiempo abastos y venta de cervezas. Allí en tiempos del cine mudo proyectaban películas y los saladilleros se daban cita para tan magno evento. El lugar era una fábrica de tabacos a principios del siglo 20 y fue remodelado para colocar allí la botillería “Puerto Arturo” que eran propiedad de Domingo Peña y José María Castilla.  Algunas gaitas lo nombran pero no tuvo para la memoria colectiva tanta importancia como otros de los que se han podido rescatar más datos. El lugar donde estuvo, hoy forma parte de la plazoleta de la Basílica.

sábado, 16 de enero de 2021

Burro de agua

Esta palabra ya no se usa ni escucha en nuestro dialecto, desapareció hace mucho tiempo cuando el servicio de agua comenzó a llegar a través de las plumas de agua y desaparecieron quienes  la usaban, desde comienzo del siglo XIX, que eran los aguadores. Con esta se identificaba la venta a una sola persona o familia de las dos botellones de barro con el vital líquido que este cargaba en el burro, acción que era necesaria ya que al vender solo una el peso del otro hacia inclinar al burro y le era difícil caminar. Esto produjo que dado que los aguadores se negaban a vender solo una para proteger al animal que les daba el sustento, los vecinos se juntaran para comprar el líquido que se usaba para limpiar y bañarse, ya que la de consumo era la de lluvia que se recogía en aljibes subterráneos y se filtraba con tinajeros. “Tuve que comprar un burro de agua y compartirlo con el vecino, porque el muchacho no me quiso vender una sola vasija”