Esta
palabra ya no se escucha y nada tiene que ver con realeza. La usaban en nuestro
dialecto los albañiles y maestros de obra de antaño que fabricaron las casas
humildes de la ciudad de ese entonces. Le decían así a la mezcla que usaban para
fabricar las paredes de las viviendas compuesta de arena del lago, cal, piedra
picada, casi siempre de la llamada de ojo o de agua, como se llamaba al canto
rodao, barro y hebras de las conchas del coco. Junto a la armazón de caña esta combinación
hizo posible que las construcciones duraran hasta más de un siglo. “La casa del
saladillo de mi abuelo estaba hecha con mezcla real y tuvieron que meterle máquina
para tumbarla”
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