Este es uno de esos sitios populares desaparecidos
que se encontraban en la Avenida 17 del sector Santa Rosalía, casi en frente
del mercado. Una fuente de soda con ambiente bucólico perteneciente a Guillermo
Cedeño, un cocinero amante del mar, quien lo atendía personalmente. Era un espacio
cuadrado con decoraciones marinas pintadas en las paredes externas e internas,
que representaban barcos, sirenas, anclas, ninfas cargadas de caracolas y
algas, chinchorros y dibujos similares. Con una barra, y un poco más de media
docena de mesas de cuatro sillas del tipo pantry y una potente rocola,
considerada por muchos de sus asiduos como la mejor de la ciudad. Allí se
reunían los amigos a conversar, escuchar
música, pasar penas y nostalgias con la cerveza siempre fría, acompañadas con los excéntricos y únicos pasapalos, consistentes
de cojones de toro, partidos en cuatro y sazonados con salsa picante, cuartos
de pajarilla bien frita, o el más gordo chicharrón de cochino. También se
acostumbraba llevar a sus casas los ricos dulces regionales y el exclusivo
dulce de camarones, especialidad del dueño. Fue uno de los lugares más
populares en la décadas de los 60 y 70 y sobrevivió otras décadas más. Su
nombre es un juego de palabras que combina las tres primeras letras del
apellido de su dueño con su pasión que era el mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario