Esta expresión es común en la ciudad y nuestro dialecto,
aunque parece jocosa y se usa en muchas ocasiones; en ese sentido tiene una fuerte
carga de disgusto, ya que la misma se profiere cuando se pierde la paciencia
ante el abuso de dos conductores que han tomado la vía para hablar entre ellos
desde sus vehículos trancando el paso. Es
parte de la anarquía en que muchos han convertido el tránsito automotor en
nuestra ciudad, sobre todo choferes de transporte público y que equivocadamente
algunos celebran como maracuchadas. La expresión que literalmente invita a los
infractores a que uno de ellos le compre un rancho al otro para que hablen
mejor pero también subjetivamente los tilda de homosexuales. También se usa
cuando se ve a una pareja de enamorados besándose muy relajadamente y a la
vista de todos, Se puede decir que es de nueva data. “Comprále un rancho para
que seáis felices” “Mijo comprále un rancho para que podáis hacerlo
lo que queráis”
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