Entre
esos lugares tradicionales de la ciudad, se encuentra este ubicado en Santa
Lucía, un sitio de confluencia de propios y extraños que se reúnen para
escuchar gaitas o para admirar el interior repleto de recuerdos, producido por
fotos, pinturas de gaiteros, objetos, botellas, y las paredes llenas de firmas
de quienes han dejado la impronta de su visita en el lugar, entre los que hay
personalidades de muchas áreas y gaiteros. El lugar con su actual dueño, el
afable Diego Arria, llamado también el cronista de Santa Lucía por sus conocimientos,
nace como tal muchos años antes
funcionando como pulpería y posteriormente como abasto donde se vendía cerveza,
siendo adquirido por 17 mil bolívares el 26 de septiembre de 1971, por este, quien
en su adolescencia fue cantante, tamborero, charrasquero y hasta
director del grupo gaitero los Diamantes de Santa Lucía, y convertido en lo que es hoy. En el local todo el año
es celebración pero destaca el hecho que al igual que Pa que Luis las
caimaneras gaiteras son una atracción especial ya que en las mismas participan
aficionados ligados con músicos y cantantes de varias agrupaciones en una reunión
informal única. Al fondo del negocio hay un espacio que es un verdadero museo de
la gaita que contiene fotos, dibujos, afiches, placas de
reconocimiento, partidas de nacimiento, diarios antiguos, instrumentos,
tapices, pinturas y muchas cosas más, incluida
una vitrola de principios de siglo. Razón por la cual fue bautizada como la esquina de la tradición. Según
su dueño “Se llama La Sorpresa porque aquí puedes encontrar cualquier
cosa, aquí vive la tradición”.
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