La época
de los 60 revolucionó a el planeta y entre esas nuevas formas de entretenimiento
estuvo el autocine, que aunque databa de los años 30 fue en los 50 que se trasformó
en popular en Estados Unidos, donde nació, aunque un sector de la población los
consideraba inmorales. Nuestra ciudad, cinéfila por excelencia y tradición, contó
con uno de estos novedosos lugares situado en la avenida el Milagro, donde hoy
está La Vereda del Lago. La pantalla daba fondo al paisaje lacustre y se encontraba
casi en la orilla de esta. Solo funcionaba como lógicamente es en la noche y
era un lugar muy concurrido por los enamorados y jóvenes, el sonido era deficiente y el mismo
llegaba a través de unas pequeñas cornetas instaladas en un paral. Cada veinte minutos o menos, los que fungían como guardianes hacían
ronda con una linterna para evitar que se realizaran actos indebidos dentro del
vehículo, algo que sin embargo ocurría, ya sea por viveza del usuario como por soborno
a los vigilantes. No solo se proyectaban películas sino que también se servían comidas
al estilo norteamericano que constaban básicamente de hamburguesas, perros
calientes, papitas fritas y bebidas, las cuales eran servidas en una bandeja
por personal femenino. Fueron muy populares las películas de terror que
proyectaban a altas horas de la noche. Pero a pesar de ser un boom en ese entonces
su vida fue corta, tal vez menos de una década y al final cerró, quedando las
instalaciones abandonadas hasta que fueron demolidas en 1978 cuando comenzaron
los trabajos de relleno y construcción del Paseo del lago, quedando solo la
pantalla que aún se encuentra en el lugar. Nunca tuvo un nombre, solo un aviso con la
palabra Autocar que significa en inglés autocine estuvo en sus instalaciones,
por lo que se le bautizó por el sector donde estaba o simplemente como
autocine, porque era el único, a pesar que en la Pomona en donde se encuentran
los edificios de Las Pirámides, estuvo por muy poco tiempo otro.
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