Esta palabra
tiene su origen en el entorno náutico en donde significa inclinar la proa hacia
el viento y este hecho es el que sirvió para señalar en nuestro dialecto a la
posición de colocar la cabeza hacia abajo como consecuencia de alguna acción
que va desde tomar algo hasta caerse. Era de uso común y ahora limitado. Lo
trajeron los canarios para quien significaba morir y también inclinar algún
envase o recipiente para llenar un líquido. En esta connotación también la
usamos "Me tuve que embicar para agarrar los billetes que se me
cayeron" "El vecino cayó embicado del techo" "Embicá la
botella para que me deis un traguito"
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