Esta expresión ya es poco común en nuestro
dialecto, pero fue popular hasta no hace mucho tiempo. Nada tiene que ver con
la planta que nombra pero si con el apósito usado en medicina y otra áreas. Se
usa la expresión en tercera o primera persona para señalar el hecho que una
persona haya perdido muchos kilos, por diversas causas, o se encuentre
demacrado o en estado desmejorado. Viene
la relación al hecho que a los cadáveres se les coloca algodón en las fosas
nasales, y en otras épocas estos eran visibles para los que lo veían en el acto
de velación, por lo que se resume en señalarle a la persona con esta expresión,
que está casi muerto. “A Matías ya solo le faltan los algodones”
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