Esta es otra peculiar expresión usada en nuestro dialecto para señalar de forma enojada que le diremos a alguien todo lo que sentimos de ella o de la situación que nos ha hecho expresar esto. Proviene del entorno religioso y es una alegoría de las cuatro penitencias que el cura ponía ante un pecado considerado grave, que eran rezar padre nuestro, ave maría, credo y yo confieso. Es de vieja data pero aún se usa. “Cuando llegue Isabel le voy a cantar las cuatro porque se fue sin permiso”
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