Esta frase ya no se escucha en
nuestro dialecto, ya que el producto al que se señalaba de esta manera ya no
existe. Formó parte de nuestra cocina en la Maracaibo de antaño, anterior a la
aparición de las cocinas a gas o querosén y de gasplan, cuando los alimentos se
cocinaban en fogones a leña. Reseña José Portillo en su libro “¡Hablemos
maracucho, primo!” “que en los abastos de barrio se vendían trozos de leña que
por resultar del corte, rajamiento, de los troncos de ciertos árboles se les conocía
con ese nombre” Estos eran más económicos que la leña y aunque se consumían mas
rápido en el fuego, servían para avivar los trozos mayores de madera y
ahorraban algún dinero, algo importante en hogares de pocos recursos, además de
servir para alimentos de rápida cocción. “Andá a comprame unas rajas de leña
para hacer café”
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