Este es el apodo de uno de los
personajes más populares del Saladillo de antaño, un joven de figura espigada
que siempre vestía de manera pulcra con camisa blanca de puños almidonados,
sombrero de paja y pantalón de drill sujetado a la cintura por un curricán del
que pendían medallitas, amuletos y una botellita de fricciones que usaba para
su reumatismo, en su mano derecha un garrote de vera que usaba para defenderse
de los muchachos traviesos que se burlaban gritándole su remoquete y en sus
pies unas cotizas de lona marrón. Era muy querido por su carácter servicial y
afable y vivía realizando mandados o encargos por toda la ciudad. Era huérfano y
nacido en la isla de San Carlos desde donde fue enviado a la ciudad siendo
pequeño en una piragua y en la misma sufrió un accidente cuando esta casi
zozobró y se golpeó la cabeza produciéndole esto conmoción cerebral que al
final lo dejó con algo de retraso y hablar tartamudo. Su apodo se lo ganó ya
que en la casa donde vivía se la pasaba pidiendo a toda hora este alimento.
Cuando no estaba haciendo algún mandado solía sentarse en la calle Colón, cerca
de donde vivía, y allí contaba historias
de sus antepasados, a quien lo escuchara. Su nombre era Andrés Manuel Quintero
y Rafael Rincón González le dedicó una canción llamada “Don Andrés”.Murió en
1936 y algunos cronistas cuentan que el doctor Ramiro Parra, eminente jurista
de la ciudad usaba la fotografía de este personaje para desenmascarar a los
vivos que iban a pedirle ayuda y dinero cuando estaba en Caracas diciendo que
eran maracuchos, a estos les preguntaba quién era ese personaje y al no acertar
les respondia “No sois maracucho si no conocéis a Carne Frita”
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