En nuestro dialecto y otras
regiones del país se le llama al armadillo de tierra, cachicamo, y de sus características
proviene que a finales del siglo diecinueve y comienzos del veinte se le
endilgara a ciertas personas estas. Por un lado se señalaba la acción de
esconderse para no ser encontrado por motivos diversos, entre los más
corrientes las persecuciones por motivos políticos, pero también en un sentido más
figurado se le encasquetaba a quienes no
eran francos, ocultaban cosas y por lo tanto no eran transparentes. Ya es raro
escucharla “Danilo anda encachicamado
porque lo busca la policía” “No confío en Dulce porque ella vive encachicamada
y no me parece sincera”
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