martes, 8 de diciembre de 2015

El palacete Loyola

Este es quizás el sitio de la ciudad de Maracaibo con más leyendas urbanas que aún existe. Ubicado en el Sector Paraíso, específicamente en la calle 78 entre avenidas 23 y 25 fue construido en los años 20 por Joshua Da Costa Goméz, empresario proveniente de las Antillas Holandesas, quien además fue accionista de la cervecería Unión Zulia y dueño del tranvía de Maracaibo y que dejó el país ante las amenazas de Gómez. Según algunos historiadores la casa fue diseñada por el belga León Jeróme Höet y ocupada por el dueño y su familia solo dos años, pasando a ser hogar del gobernador Pérez Soto y luego hipotecada al banco de Venezuela.  En 1937 es adquirida por el Sr Francisco Quintero, pasando desde 1938 hasta 1965 a ser sede del colegio alemán, colegio La Presentación, La Organización San Javier, El Instituto de Comercio Maracaibo y Escuela de Artes plásticas Julio Arraga. Luego en los años 70 y hasta 1988 estuvo vigilada y habitada por una familia de apellido Pírela para posteriormente ser abandonada. Da costa murió en Curazao el 5 de febrero de 1938 y sus restos descansan en el cementerio sefardí  de esa isla. Uno de sus familiares fue el dueño de la famosa Casa Azul situada en el malecón. La mansión Loyola como también se le llama no fue bautizada así por su dueño, fue muchos años después que comenzó a llamarse de esta  manera, posiblemente los jesuitas de la Organización San Javier quienes también eran dueños del colegio San Ignacio de Loyola en Caracas fueron quienes se lo dieron. Hay cientos de historias paranormales que se han reproducido en el imaginario popular, entre ellas la de un ente con forma de anciano que lleva en brazos un bebé, el fantasma de una monja que se lanzó desde lo alto del palacete cuando era el colegio La presentación, se escuchan voces, ruido de trastos que se mueven en el piso de abajo, sombras que se ocultan o desvanecen. Fue expropiada y se encuentra en etapa de remodelación para ser mostrada como lugar de interés turístico. “Mi abuela me decía que en el palacete Loyola espantaban a quienes entraban allí”

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