lunes, 6 de enero de 2020

Ced del mar


Este es uno de esos sitios populares desaparecidos que se encontraban en la Avenida 17 del sector Santa Rosalía, casi en frente del mercado. Una fuente de soda con ambiente bucólico perteneciente a Guillermo Cedeño, un cocinero amante del mar, quien lo atendía personalmente. Era un espacio cuadrado con decoraciones marinas pintadas en las paredes externas e internas, que representaban barcos, sirenas, anclas, ninfas cargadas de caracolas y algas, chinchorros y dibujos similares. Con una barra, y un poco más de media docena de mesas de cuatro sillas del tipo pantry y una potente rocola, considerada por muchos de sus asiduos como la mejor de la ciudad. Allí se reunían  los amigos a conversar, escuchar música, pasar penas y nostalgias con la cerveza siempre fría, acompañadas  con los excéntricos y únicos pasapalos, consistentes de cojones de toro, partidos en cuatro y sazonados con salsa picante, cuartos de pajarilla bien frita, o el más gordo chicharrón de cochino. También se acostumbraba llevar a sus casas los ricos dulces regionales y el exclusivo dulce de camarones, especialidad del dueño. Fue uno de los lugares más populares en la décadas de los 60 y 70 y sobrevivió otras décadas más. Su nombre es un juego de palabras que combina las tres primeras letras del apellido de su dueño con su pasión que era el mar.

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