Esta palabra es el producto de la comercialización que hizo popular a un tipo de galleta específico fabricado en la ciudad desde los años 50 y que ha pasado por generaciones manteniendo el éxito dado a su precio económico y calidad, por lo que sigue siendo un rubro fijo en abastos y bodegas. Son dos galletas duras y redondas con bordes dentados, rellenas con crema de guayaba seca pegadas en forma de sándwich, que en su momento desplazaron a las tradicionales esponjosas que se conocían o conocen como galletas de huevo. A diferencia de otras marcas el término no se generalizó para otro tipo de galletas con similares características. Para elaborarlas en casa se necesita harina de trigo, azúcar,
manteca vegetal, vainilla, gluten, lecitina y agua. Se deben mezclar bien todos
los ingredientes, primero la harina con el azúcar y luego con la grasa y los
líquidos, esto hasta obtener una mezcla homogénea con que se dará forma a las
galletas, las cuales deben hornearse hasta que estén bien doradas. Para
elaborar el relleno, se debe cocinar lentamente en una olla jalea de guayaba,
clara de huevo, azúcar y colorante. Cuando esté cocido y uniforme la mezcla se
retira del fuego, se deja reposar y se colocan porciones sobre las galletas. El
último paso en la receta es ensamblar las galletas, uniéndolas y pegándolas
gracias al relleno. “Dame una galleta pegá y una frescolita” “Comprá galletas pegá para la merienda”
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