Con este nombre señalamos en
nuestro dialecto un popular juego de la época comprendida entre los 70 y 80 que
se realizaba en los salones de clase del colegio en la hora del recreo. Antonio
Huerta, investigador de la cultura maracucha nos lo describe de esta manera: “consistía
en llenar una hoja tesis o una hoja en blanco en puntos separados más o menos
de un centímetro y el juego consistía en ir colocando una línea entre dos puntos hasta lograr completar
un cuadrado que se denotaba con el la inicial del nombre del participante, se
jugaba entre dos personas y había una oportunidad para cada uno, ganaba la
persona quien lograra completar más cuadros en toda la hoja.”. “A Camilo no hay
quien le gane jugando punticos"
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