La plaza Baralt fue el centro económico y comercial de la
ciudad por mucho tiempo, en torno a ella se encontraban las grandes tiendas
comerciales y también la cultura zuliana era parte de eso. Y parte de ello eran
los libreros y anticuarios que en diferentes momentos ofrecían su mercancía en
el lugar, los ultimo ya en los 80 Ataraxia y Carlos Maglione, del primero
estuvo un tiempo por las cercanías del C.C Costa Verde hasta desparecer y el
segundo fundó su Emporio del Libro en Cecilia Acosta. Como tomando el relevo en
esta actividad en una Plaza Baralt ya prácticamente desocupada por los cambios
acontecidos en los siguientes años, hizo su aparición Armando Arriaga, quien
comenzó vendiendo libros de su biblioteca personal para sobrevivir sin imaginar
que este oficio lo marcaría el resto de su vida. Comenzó sus estudios en
Administración en Luz pero solo cursó el primer semestre por problemas en la
universidad y tras emigrar a Caracas y trabajar 22 años con la Casa Paris se
regresó a su lar e inició la labor que aún mantiene. A los libros le agregó
discos L.P, Casette, revistas y así
desde el año 2000 es un habitante más del entorno. Cuando el CRU hizo la remodelación
del lugar le permiten seguir allí, en la calle Colón al lado del Centro de arte
Lía Bermúdez, además de asignarle un pequeño kiosko para guardar su mercancia y
sus clientes lo agradecen, ya que es el último bastión donde conseguir libros a
buen precio en el centro de la ciudad y otras cosas. A la venta de libros de su
biblioteca siguió la compra a personas que generalmente se iban de la ciudad y
hasta regalos de otros. De lunes a sábado desde las 8 d ela mañana hasta la 1 de
la tarde su labor de difusión cultural se abre paso, en la acera de su lugar
habitual. Su negocio no tiene nombre y la gente lo conoce como el librero de la
Plaza Baralt y últimamente ha sido motivo de inspiración para que algunos jóvenes
artistas lo acompañen también vendiendo sus mercancías en el lugar. Hay
personas que se acercan a conversar con él o a hacerle alguna pregunta
relacionada muchas veces con alguna tarea de sus hijos y él amablemente los
atiende, a pesar de ser un hombre de cierta forma introvertido. Su constancia
ha dejado un legado y se ha transformado en una tradición llegar a la plaza y
verlo allí con su carga de cultura.
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