miércoles, 3 de septiembre de 2025

El librero de la Plaza Baralt

 

La plaza Baralt fue el centro económico y comercial de la ciudad por mucho tiempo, en torno a ella se encontraban las grandes tiendas comerciales y también la cultura zuliana era parte de eso. Y parte de ello eran los libreros y anticuarios que en diferentes momentos ofrecían su mercancía en el lugar, los ultimo ya en los 80 Ataraxia y Carlos Maglione, del primero estuvo un tiempo por las cercanías del C.C Costa Verde hasta desparecer y el segundo fundó su Emporio del Libro en Cecilia Acosta. Como tomando el relevo en esta actividad en una Plaza Baralt ya prácticamente desocupada por los cambios acontecidos en los siguientes años, hizo su aparición Armando Arriaga, quien comenzó vendiendo libros de su biblioteca personal para sobrevivir sin imaginar que este oficio lo marcaría el resto de su vida. Comenzó sus estudios en Administración en Luz pero solo cursó el primer semestre por problemas en la universidad y tras emigrar a Caracas y trabajar 22 años con la Casa Paris se regresó a su lar e inició la labor que aún mantiene. A los libros le agregó discos L.P, Casette, revistas  y así desde el año 2000 es un habitante más del entorno. Cuando el CRU hizo la remodelación del lugar le permiten seguir allí, en la calle Colón al lado del Centro de arte Lía Bermúdez, además de asignarle un pequeño kiosko para guardar su mercancia y sus clientes lo agradecen, ya que es el último bastión donde conseguir libros a buen precio en el centro de la ciudad y otras cosas. A la venta de libros de su biblioteca siguió la compra a personas que generalmente se iban de la ciudad y hasta regalos de otros. De lunes a sábado desde las 8 d ela mañana hasta la 1 de la tarde su labor de difusión cultural se abre paso, en la acera de su lugar habitual. Su negocio no tiene nombre y la gente lo conoce como el librero de la Plaza Baralt y últimamente ha sido motivo de inspiración para que algunos jóvenes artistas lo acompañen también vendiendo sus mercancías en el lugar. Hay personas que se acercan a conversar con él o a hacerle alguna pregunta relacionada muchas veces con alguna tarea de sus hijos y él amablemente los atiende, a pesar de ser un hombre de cierta forma introvertido. Su constancia ha dejado un legado y se ha transformado en una tradición llegar a la plaza y verlo allí con su carga de cultura.

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