Este es
uno de los tres nombres con el que se conoce en nuestro dialecto este entretenimiento
rudimentario de los jóvenes de finales de los 60 y la década de los 70, no solo
en la región sino en todo el país. Los otros son patineta y carritos de
rolineras. Eran los vehículos con el que se desplazaban empujados por otro o se
lanzaban en cualquier pendiente los intrépidos
conductores careciendo de cualquier tipo de seguridad y recibiendo raspones y
fracturas a granel en las aparatosas caídas. El vehículo se fabricaba tomando
una tabla o un cajón que servía de lugar donde se sentaba el conductor, dos
listones donde se colocaba las 4 rolineras que servían de ruedas, el de atrás
era fijo y el de adelante móvil sirviendo de volante a la vez movido por los
pies o por una cuerda que al estilo de las bridas de los caballos era
manipulado y un pedazo de goma de caucho que fungía como freno y era colocado
en una de las ruedas delanteras y la mayoría de las veces su funcionamiento era
precario. Ya puede considerarse desparecido. “Me lancé en carrucha por la
bajada de pichincha y me fracturé un brazo” “Me cansé de hacer carritos de rolineras
cuando era chamo”
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