Esta
palabra cuyo significado es la acción de sorprender, o sea tomar desprevenido,
engañar o maravillar con algo imprevisto se usó en nuestro dialecto hace
algunos años para darle nombre a una especie de juego de azar que se encontraba
en tiendas y bodegas. El mismo estaba conformado por un cartón donde se
colocaban los artículos que servían de premio y un frasco donde se metían los
papelitos envueltos en u tubo de cartulina con papel crepé, en el mismo siempre
se encontraba como especie de premio de consolación un caramelo y el numero o
nombre del premio, si estaba en blanco no se ganaba nada. El precio de la misma
era bajo y los artículos que se daban como premios costaban hasta ciento de veces
el valor de la sorpresa. “Me gané un
carrito jugando sorpresa”
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