Esta palabra
se usa con cierta connotación despectiva, aunque ya es más común en la zona
campesina que en la ciudad. Se endilga con ella a las personas que han perdido
su encanto o sus atributos por diferentes causas, vejez, enfermedad, descuido,
etc. Nace en el campo como una forma de comparar a los señalados con el racimo
de uvas que queda maltratado tras quitarle estas. En ciertas ocasiones la
pronuncian con g en lujar de j. "Ya parecéis un raspajo"
"Belinda está hecha un raspajo desde que murió su marido" La trajeron
los andaluces para quienes significaba persona atrevida o respondona, por lo
que el significado nuestro podría haber nacido como contrasentido.
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