Esta palabra que ya poco se escucha, era muy común y normalmente la usábamos en una expresión como respuesta a pedidos de dinero que sobrepasaban o estaban fuera de nuestro alcance, y esto de debe a que este es el nombre dado al troquel con el que se hacen las monedas, instrumento mayoritario en épocas anteriores. Por lo que como respuesta a pedidos que cumplían con lo antes descrito decíamos: “Ni que tuviera un cuño”
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