Esta palabra identifica en nuestro
dialecto un producto de fabricación artesanal que fue muy popular en la Maracaibo
de antaño, por ser económico y tener un sabor especial. El mismo era más fino
que los normales, era fabricado por hojas de plantas nacionales y tenía entre
sus ingredientes clavitos de olor, de allí desprende su nombre, lo que combatía
el aroma particular que dejaba el tabaco en la boca y el ambiente. Sin embargo,
no era considerado de buena calidad, por lo que se usó en las clases pudientes
de ese entonces el término para señalar generalizadamente los cigarrillos de
este tipo como de segunda o tercera, además que era usado por los brujos de
entonces para su ritual de lectura del mismo, gracias a su bajo precio y a que
lo comercializaban en casi todas las bodegas de ese entonces. Despareció del
mercado lentamente ya que quienes lo fabricaban dejaron de hacerlo y al no
poseer marca comercial no tenían un respaldo económico empresarial que los
respaldara. “Mi abuelo no fumaba si no era tabaco e clavo” “Esos tabacos que
compraste como que son de clavo porque no sirven para nada”
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