Esta palabra nada tiene que ver con coca,
ni con consumidor o cultivador de esta droga, connotación que registra el
Diccionario de la Real Academia. Es de uso popular en nuestro dialecto, sobre
todo en la Costa oriental del lago y la misma identifica a los establecimientos
que venden agua de coco. Estos son de variado tamaño y van desde una enramada al
aire libre hasta alguna construcción más elaborada. El producto generalmente se
vende en jarras con hielo pero también en los propios cocos que se ponen a
enfriar por muchas horas para que esta salga fría. Dependiendo el gusto del
comensal. Estos se abren en el sitio, con un pequeño machete, lo que garantiza
la frescura y pureza del agua y la pulpa de esta fruta tropical. Algunos también
ofrecen otras mercancías, como por ejemplo, dulces tradicionales entre los que
se incluyen las cocaitas o los besitos de coco. También se usa el término, en
ambos géneros, para señalar al que
cultiva cocos “Filomeno tiene una coquera en la Intercomunal que heredó de su
abuelo” “Mi padre fue coquero”
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