Esta palabra comienza a usarse recurrentemente en nuestro dialecto
años después de la demolición del Saladillo, cuando las otrora calles del
sector y alrededores que no fueron destruidas se transformaron en vías que
terminaron siendo cortadas por estructuras nuevas. Dado lo estrecho de ellas se
les llamaba callejuelas pero por las nuevas condiciones se transformaron en
callejones. El más famoso el que le pusieron popularmente de los pobres que
está al final de la calle Comercio. A quienes hacen vida comercial, tanto
formal, informal o esporádicamente en esos lugares que han sido acondicionados rudimentariamente
para tal fin se les da el nombre arriba indicado, sin que este tenga algún sentido
peyorativo, como algunos aseguran. El callejonero pasó a formar parte importante de la economía de la
ciudad e hizo de esos espacios abandonados un lugar útil para llevar por medio
del trabajo el sustento a su hogar. En Perú se le endose este adjetivo a una
persona escandalosa que tiene un vocabulario obsceno, mientras que en México se
usa peyorativamente para señalar quienes dicen mentiras . “Ahora soy callejonera,
puse mi mesa por los fondos de la iglesia San Felipe”
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