Esta palabra ya no se escucha en nuestro dialecto, es
asimilada y traída por los españoles de procedencia vasca quienes a su vez la tomaron
del francés. La misma es un eufemismo de demonio y en nuestra habla
generalmente se usaba como insulto hacia una persona de malas acciones o
sentimientos. También de menor manera para enfatizar una expresión
interrogativa indicando extrañeza o contrariedad. La palabra parece llegó a nuestras
tierras a mediados del siglo 18. “Ese demontre no me entra más en la casa” “¿Qué
demontre voy a saber yo?
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