Esta palabra fue muy popular en los
años setenta cuando la moda del pelo afro irrumpió en nuestro país ya que con
ella se señalaba al pelo ensortijado y abundante que de acuerdo a como se
peinara daba la sensación de enredo. Nuestro dialecto la asimiló de de esta
manera pero la diversificó extendiéndola a los cabellos crespos no ensortijados
e incluso a los otros tipos, siempre y cuando fueran abundante y se encontraran
desordenados por falta de peinarse, escaso lavado u otra circunstancia. Razón por la cual pasó a ser sinónimo de enmarañado y de parraguera,
otra palabra que lo definía. La palabra no está en ningún diccionario y parece
haber emigrado desde los ritos santeros. Ya poco se escucha. “Andá a lavarte
esa tumusa para planchártela”
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