Esta
palabra es de muy vieja data y de origen quechua, por lo tanto oriunda del
continente y asimilada nuestro dialecto,
donde se usa en varios países con
connotación similar. Se les llama de esta manera a las personas cuya nariz sea
aplastada o poco prominente, aunque en algunas partes es usa como voz de cariño
para dirigirse a los jóvenes. La Real Academia tardó en registrarla con su
connotación original y hasta a comienzos del siglo 20 era considerada una
deformación o uso vicioso de la aceptada chato. Sigue siendo de uso corriente
incluso como apodo para quienes poseen esta característica e incluso cuando
alguien se da un golpe fuerte en la nariz y no esta no es pequeña dice. “Me
quedé ñato”. “Mandáme al ñato a comprar gas”
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