Este es
otro de los iconos tradicionales de nuestra ciudad, que fue la primera en tener
luz eléctrica y fábrica de hielo, elemento indispensable para el cepillao. En
1930 Jesús Ríos, a quien apodaban chucho, llegó a la esquina de la calle Soledad
(89B) con avenida 7A, en Veritas y en su casa de color amarillo y azul que también
servía de hogar, inició, siendo el pionero de hacerlo en un local, la venta de
cepillaos, ofreciendo sabores que fueron creciendo y que gracias al empeño y
calidad en su preparación y la utilización de frutas naturales y no de
esencias, fueron convirtiéndose en los más
buscados de la ciudad que iba creciendo. El progreso, la destrucción de El
Saladillo y los cambios no alteraron el sabor de estos y a solo 15 años de
cumplir el siglo se mantiene como negocio familiar brindando lo mejor y sumando
también guarapos, entre ellos de piña y el autóctono papelón con limón. Es un
lugar de obligada visita para turistas y habitantes de la ciudad agobiados por
las altas temperaturas.
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