Esta
palabra ya no se escucha pero fue muy popular entre las décadas del 50 y 70.
Con la misma se señalaba en nuestro dialecto a la persona que era muy hábil o
que siempre ganaba en algún juego, era sinónimo de excelencia y esto no tenía
que ver con el color de su piel, aunque la misma se origina producto de la
avalancha de series y películas gringas que invadieron nuestros televisores y
cines en la que ellos siempre resultaban ganadores y lógicamente eran catires,
por condiciones dialectales se le decía en diminutivo sin que eso significara
ser más pequeño. “Adolfredo es el catirito de los bateadores”
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