Esta palabra considerada malsonante y que es
una deformación de maldecido, no señala en nuestro dialecto una persona que cargue una maldición, sino
que es de uso cotidiano como forma de llamar a alguien sin mencionar su nombre
en la zona del Distrito Miranda y recurrentemente en el sector de los jobitos.
También se escucha en menos proporción en otros lugares del Estado, solo que en
estos tiene connotación ofensiva. La trajeron los andaluces quienes se la
endilgaban a las personas que hubiesen infringido algún daño. “Mardecío vení
acá” “La mardecía esa me robó”
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