Esta
palabra señala una leyenda venezolana en la cual un ánima descrita como mujer
de cabello largo y atractivo rostro irrumpe en las noches en los hogares de
quienes han prometido colocarle velas a las ánimas, tras concederle algún
favor, y no le han cumplido, para obligarlos a prendérselas o en su defecto pagar
por el incumplimiento. Sin embargo en nuestro dialecto tomamos estas características
y palabra no solo para señalar lo anterior sino como manera de endosarles a
algunas personas este apodo, ya sea porque es de los que acostumbran llegar de
improviso sin avisar o que nunca ande acompañado, incluso a quienes tienen hábitos
nocturnos y andan en esa condición de soledad. Ya no es tan frecuente
escucharla. “El ánima sola de Gabriel se apareció a medianoche y casi me mata
del susto” “Tu hermano es un ánima sola, hay que buscarle mujer”
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