Esta palabra ya no se escucha ni en su forma literal o figurativa, no es autóctona del dialecto sino asimilada y se le llamó así a las primeras monedas acuñadas de forma manual en el siglo XVI traídas por la compañía Guipuzcoana. Eran piezas de plata de forma irregular que provenían de México, Lima o Potosí. Su nombre es una deformación fonética de la palabra quechua macay cuna, nombre que daban los indígenas que las hacían en Potosí a la acción de golpear el metal para obtener monedas compactas. También le decían popularmente Macaco, como una forma de expresar su fealdad. Por lo que era común la expresión “Estáis macacúo”.
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