Esta palabra es de limitado uso en
nuestro dialecto y la misma es propia del argot de los panaderos, ya que se
señala de esta forma al pan que no crece o queda duro y crudo después de hornearlo,
ocurriendo esto por diversas razones, entre ellas la falta de la cantidad
correcta de levadura o que esta se encuentra vencida, mucha sal, haber añadido
agua demasiado caliente o no haber mezclado los ingredientes correctamente,
entre otros. Este pan se regala o se deja para consumo entre los empleados del
lugar aunque algunos lo colocan a la venta a un precio sumamente inferior para recuperar algo del costo de los
ingredientes. Puede derivar el término del hecho que a las arepas duras le llaman
rejuas “¿Tenéis a la venta algún pan rejarvio? “Ese pan campesino está chiquito
y pesao. ¿No será que está rejarvio y me queréis carriar?”
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