Entre
esos lugares que nacieron producto del boom petrolero este quizás es el más
famoso ya que su función inicial era proveer de diversión y placeres sexuales a
los gringos y extranjeros que trabajan en las empresas petroleras. Ubicado en
los Haticos por arriba en el cerro la Cruz, con un fachada de elementos Art
Deco y Art Noveu, su interior estaba
recubierto de alfombras, tenía un bar en forma angular con capacidad de 30
personas, muebles estilo Luis XVI, sillas de Viena, un Tocadiscos Phillips con
capacidad para colocar discos de acetato de 78 y 33 rpm. Además tenía 8
habitaciones con camas, baños, servicio de barman y aire acondicionado para
disfrute de los visitantes. El personal femenino que trabajaba allí eran
extranjeras, generalmente europeas, con portes físicos llamativos que hablaban
poco español, las cuales se vestían elegantemente con vaporosos vestidos y se
perfumaban y maquillaban resaltando su atractivo. Fue un sitio en principio
elitesco que operaban a través del
sistema de citas y se aceptaba un número no mayor de 20 personas. Cuando fue
eliminada esta forma igualmente fue solo visitado, dado lo alto del costo de
sus servicios, por personas de holgada posición económica, de tal manera que
diplomáticos, comerciantes, artistas, profesionales y altos empelados petroleros
fueron sus clientes. En los años 50, en la dictadura de Pérez Jiménez era el
sitio preferido del “Negro” Sanz y los esbirros de la Seguridad Nacional por lo
que se señaló de lugar en el cual se sapeaba a los disidentes, razón por la
cual al caer esta el sitio cerró. Sin embargo por muchos años fue un sitio
referencial en la memoria colectiva.
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