En plena
Plaza Baralt se encuentra esta edificación que fue el primer rascacielos de
Maracaibo, y el primer edificio en Venezuela con ascensor, además de ser el
primero con aviso de neón y según Kurt Nagel von Jess la primera farmacia de la
ciudad. Fue construida en 1925 en el terreno donde antes estuvo la casa del
marqués de Perijá quien la dejó a cargo de algunos familiares en 1793 y es
cedida a Rafael Urdaneta en 1825 quien
según narran algunos la perdió jugando con el Capitán de Navío de
origen francés Nicolás Joly. Lo cierto es que luego allí estuvo el gran Hotel
Italia donde se hospedaron personas de mucha categoría y en 1910 la compra la
firma Belloso Hermanos quienes la mandaron a demoler en 1923 y la casona de dos plantas dio paso a la construcción del
edificio, el cual fue levantado en su totalidad de concreto con estructura de hierro
y 4 pisos que sumaban 20 metros de altura. Los ingenieros del proyecto fueron
Rojas y Poveda. La ejecución de la obra estuvo a cargo del Dr. Pedro José Rojas.
Según narra Orlando Arrieta: “El interior no posee paredes divisorias sino
que cada piso descansa sobre 16 columnas
y en el centro del edificio hay una interna central que los une a todos,
cubierta de hierro y vidrio corrugado.” Además de esto el edificio posee dos
ascensores eléctricos y uno de mano y lo
que terminó resultando lo más representativo del mismo, dos atlantes de
cabellos rizados con las manos en la cintura y vestidos solo con tapabarros,
fabricados en mármol de Carrara, que
popularmente se les conocen como Sansones dado que parecen sostener el edificio,
colocados en una fachada al estilo neoclásico con influencias griegas. En el
primer piso funcionaba la venta al detal y las oficinas, en el segundo la droguería
y laboratorio, en el tercero el depósito y en el último era para almacén y
empaque. En el lugar se vendían diversos productos importados y nacionales,
incluso artefactos eléctricos, además de
medicamentos y preparados de fabricación propia como la Emulsión Pasteur y la
Crema Egipcia. Funcionó la botica en el
lugar hasta 1958 cuando la familia Belloso trasladaría las oficinas a su sede
de la calle Falcón, vendiendo el inmueble en 1966 y pasando de manos hasta la
actualidad, el último dueño conocido fue Alejandro Tortolero quien ya falleció.
En 2016 se comenzó a recuperar como parte de los planes de remodelación de la
Plaza Baralt.
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