Con esta
palabra se señalaba en los años 60 y 70 en nuestro dialecto a los camiones que
realizaban las labores de fumigación en la ciudad. Eran frecuentes y motivo de jolgorio
para los jóvenes de la época el correr detrás de ellos, aprovechando que los
mismos hacían su labor a muy poca velocidad. Estos camiones llevaban un pequeño
remolque con un motor de dos tiempos que era el que expelía el humo que estaba compuesto
de una mezcla de DDT y gasoil y tenía como función el exterminar zancudos y otras
plagas, también había otros que tenían el referido motor en su parte trasera y
no llevaban el remolque.. En la ciudad la división de malariologia era la
responsable de esto. Se siguen usando y haciendo las mismas pero ya no tienen
el mismo efecto entre los jóvenes que con la modernidad poseen distracciones tecnológicas.
Sin embargo para los que vivieron esa época, escoltar a este camión, algo que
era prohibido, por la peligrosidad de sufrir algún envenenamiento, era todo un
ritual y una diversión fuera de lo común. “Mi papá me dijo que todas las
semanas corrían detrás del camión del humo”
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