Para nosotros una persona de piel blanca y pelo amarillo
es un catire, pero en nuestro dialecto en el cual solemos colocarle nombres
comunes y populares a cosas de la naturaleza, religiosas y demás, tal vez por
herencia de nuestros ancestros indígenas, así como llamamos a Jesús, chuchito y
a la virgen de la Chiquinquirá, la Chinita, le endilgamos este nombre al sol.
Para un habitante de esta tierra este es el catire mayor, el que identifica
nuestro gentilicio y a quien odiamos y amamos dependiendo la circunstancia. Podría
ser que la costumbre escolar de pintarlo de amarillo, porque los científicos dicen
eso aunque en realidad sea blanco, haya sido la causa de que le hayamos puesto
ese nombre. “Hoy el catire se paró arrecho”
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