Esta expresión ya es raro escucharla pero fue muy popular en nuestro
dialecto en los años 50 y hasta los 70. Se usaba para principalmente de dos
maneras, una para aceptar alguna verdad y la otra como respuesta a realizar un
favor que se le pedía. Al parecer nace del hecho que la puntuación escolar más
alta era esa y era una forma comparativa que podría significar excelente. Al pedido “Hacéme el favor de darme un vaso de
agua” se respondía “Claro, veinte veces mijo” o en una conversación alguien decía:
“El vecino pegó un quintico” y el otro respondía para afirmar. “Veinte veces primo”
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