Esta palabra ya poco usada en nuestro dialecto es un ejemplo de la forma alegórica y metafórica del mismo, ya que con ella se señala a alguien vanidoso o presumido y normalmente falso y esto nace del hecho que este el nombre que se le da al sillón donde se sientan los obispos y también al pulpito donde los sacerdotes hablan a los feligreses, anteriormente este además de alto tenía ocho caras. “Por andar de fascitol no invitaron a Armando para la fiesta”
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