Se usa esta palabra para indicar el tamaño grande de la cabeza y de hecho se usa como apodo para señalar quien tenga esta condición pero una connotación muy particular que se le da al término en nuestro dialecto está asociado al hecho de quedar en estado pensativo o confundido ante una acción o alguna pregunta o platica. Hay una creencia popular que expone que entre más grande tenga alguien la cabeza más piensa. También se usa en la connotación que trajeron nuestros conquistadores que es como sinónimo de terco u obstinado. “La cabezona de mi mujer no quiere entender lo que le digo” “El cabezón se rascó anoche” “Quedé cabezón con lo que me contaste de Dorotea”
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