De esta
manera llamamos a las lámparas de mesa de noche, sin importar el tamaño de
ellas, aunque lo digamos en diminutivo, característica común en nuestro
dialecto y estas sirvieron de modelo para bautizar de esta manera al
acompañante inoportuno que normalmente hace tiempo colocaban a los novios y se
generalizó también para quienes hacen lo mismo sin ser enviados por nadie. La
razón del término deriva en que para algunos, estas eran molestosas para
dormir. En otras regiones se le llama chaperón. "Mejor te quedáis
porque vaís a andar de lamparita"
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