Esta es una expresión tan maracucha como las que nos identifican. De esta manera se le llama o pedimos los cepillados o raspados de ese color, sin importar el sabor, aunque el término nace de los que vendían los cepillaeros que recorrían la ciudad en burros, los cuales son fabricados con agua, azúcar y sabores artificiales Algunos afirman que son de cola, otros que son de frambuesa o cereza, lo cierto es que nadie que se los come pensando que tienen algún sabor particular. “Dame un cepillado de rojo y otro de menta”
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