Esta palabra ya no se usa ni escucha en nuestro dialecto, desapareció hace mucho tiempo cuando el servicio de agua comenzó a llegar a través de las plumas de agua y desaparecieron quienes la usaban, desde comienzo del siglo XIX, que eran los aguadores. Con esta se identificaba la venta a una sola persona o familia de las dos botellones de barro con el vital líquido que este cargaba en el burro, acción que era necesaria ya que al vender solo una el peso del otro hacia inclinar al burro y le era difícil caminar. Esto produjo que dado que los aguadores se negaban a vender solo una para proteger al animal que les daba el sustento, los vecinos se juntaran para comprar el líquido que se usaba para limpiar y bañarse, ya que la de consumo era la de lluvia que se recogía en aljibes subterráneos y se filtraba con tinajeros. “Tuve que comprar un burro de agua y compartirlo con el vecino, porque el muchacho no me quiso vender una sola vasija”